Las medidas de control de la contaminación aplicadas en Madrid a finales de 2015 conducen a la movilidad y la electricidad sostenible. Las plantas solares y la energía fotovoltaica deben integrarse en dicha estrategia si se desea contar con ciudades más amigables.
Existen urbes europeas con acciones decididas de control de tráfico como Londres, París, Oslo o Hamburgo. En España, donde ya se venden más bicicletas que automóviles, destacan los casos de Vitoria, Bilbao, Málaga y Sevilla.
Con todo, hay vehículos sostenibles, con versiones de gas natural o biocombustibles. La gasolina es menos contaminante que el diésel, así como los híbridos y los eléctricos. En estos dos últimos casos, un avance importante será alimentar los coches con energía limpia. La central solar se presenta entonces como opción recomendable.
Entre las ciudades con mayor calidad del aire del mundo aparece una española:
– Vancouver (Canadá), a la que pueden añadirse Toronto y Montreal.
– Copenhague (Dinamarca).
– Las Palmas de Gran Canaria (España).
– Salvador de Bahía (Brasil) e Ibarra (Ecuador).
– Boston (EEUU).
Los casos anteriores demuestran que es compatible vivir en una gran ciudad y respirar aire sano. La baja densidad de población, la cultura ciclista y las acciones para calmar el tráfico ayudan a conseguirlo, junto con una planificación urbanística adecuada. La alternativa es clara: menos coches suponen más tiempo, salud y dinero para las personas. Las ciudades ofrecen entonces mejores espacios para compartir en nuestra vida social y profesional. Ganan las personas, la sociedad, la ciudad y la Tierra.
Sabemos que la enegía más barata y menos contaminante es la que no se usa. De modo que el vehículo que no se utilliza es también el más ecológico. Por ello, si es preciso conducir, conviene escoger las versiones más sostenibles para todos e intoducir las energías renovables en el día a día.