La energía solar es una fuente de energía renovable obtenida directamente de la radiación solar. Según la manera en que se captan y aprovechan estas radiaciones solares, se habla de un tipo u otro de energía solar: fotovoltaica, fototérmica o termoeléctrica. En concreto, la energía fotovoltaica transforma los rayos solares en electricidad mediante la utilización de paneles solares. La ubicación de estos paneles solares es diversa y pueden estar tanto en tejados como en solares, huertos o formando plantas solares.
A pesar de ser una energía limpia, generadora de empleo, fácil y rápida de instalar y mantener, siempre ha tenido un gran inconveniente, el precio. Sin embargo, en los últimos años esto ha cambiado. No solo ha tenido un desarrollo más rápido del esperado debido en parte a los avances de la ingeniería, sino que además su precio ha disminuido entre otros factores por la bajada del precio de los paneles solares, un 80% en relación al de hace 5 años, y continua disminuyendo. La primera central solar que se conectó a la red eléctrica lo hizo a finales de 2013 y desde entonces su ascenso es imparable.
Hoy que tan importante es, tanto para las empresas como para los particulares, reducir la factura eléctrica, si se pudiera producir parte de la energía que se consume, el ahorro sería muy importante por diversas razones, entre ellas: estabilidad en el precio al ser los productores, y ausencia de pérdidas de energía en el transporte y distribución.
Máxima relevancia adquiere su compromiso con el medio ambiente. Al ser una energía renovable, utiliza un recurso como el sol que no se agota, por tanto es sostenible, no genera emisiones a la atmósfera, 0 CO2, ni produce residuos y su impacto en el paisaje se puede minimizar, ya que los paneles solares son fáciles de integrar y armonizar en diferentes tipos de estructuras. Una elección más que justificada.