El actual modelo energético, basado en los combustibles fósiles, ha demostrado ser insostenible para el futuro del planeta al igual que muchos de nuestros hábitos de consumo. Una de las alternativas energéticas más viables es la energía solar a través de las plantas solares que generan energía fotovoltaica.
La energía fotovoltaica es una de las menos agresivas ambientalmente, entre otras cosas porque los residuos que produce una central solar cada vez son menores gracias a los importantes avances de la ingeniería, que consigue fabricar paneles de menor tamaño, más finos y con materiales menos perjudiciales para el entorno.
En cuanto al cambio en nuestros hábitos, debe pisar el acelerador para ponerse a la altura en sostenibilidad. Diariamente se genera una enorme cantidad de residuos que perjudican seriamente al medio ambiente. Una ciudadanía que pretenda contribuir a la preservación de los recursos naturales del planeta debe hacerse algunas preguntas tales como si consume más de lo que precisa y si necesita tanto embalaje y envasado como le ofrece el mercado. Conforme menos basura se genere en la vida doméstica y más se intensifique el reciclado, mayor sostenibilidad conseguirá el planeta.
Las bolsas de plástico son uno de los residuos más contaminantes, ya que necesitan más de 150 años para descomponerse y, sin embargo, solo se recicla un 11% de las utilizadas. El tetrabrick, gran aliado en el envasado de alimentos y bebidas, tarda unos 30 años en desaparecer y en su composición intervienen, además del cartón, dos elementos muy contaminantes (plástico y aluminio) y los tres se reciclan por separado. Las latas, por su parte, pueden reciclarse íntegramente al igual que el vidrio, dando lugar a nuevos envases. Y podría citarse un prolijo listado de materiales y objetos se uso corriente que incorporan graves problemas al medio ambiente cuando el ser humano se desprende de ellos.