Nueva York contará a partir de 2017 con el edificio más grande del mundo que utilice energías renovables. Se trata de una excelente noticia, ya que los Estados Unidos es uno de los países que más contribuyen al cambio climático y que menos iniciativas han tomado para hacerle frente. El uso de la energía fotovoltaica es solo un ejemplo del aprovechamiento de los recursos naturales de un edificio que no se limitará a las plantas solares, sino que también utilizará la energía geotérmica para reducir su consumo energético.
Las obras de construcción del edificio ya se han puesto en marcha y, si todo sale bien, será una realidad en 2017. Estará situado en la Isla Roosevelt y será la sede del Campus de Ciencias Aplicadas y Tecnología de la Universidad de Cornell. En total, acogerá a cerca de medio millar de alumnos, profesores y otros trabajadores del campus de una de las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos. De hecho, la Universidad de Cornell ha aparecido en numerosas ocasiones entre las veinte mejores universidades del mundo.
Con 83 metros de altura será el edifico sostenible más alto del mundo y ocupará una superficie de 900.000 metros cuadrados. Sus promotores querían que fuese un proyecto sostenible desde el principio, por lo que una de las condiciones para ganar el concurso y adjudicarse el proyecto era que el presupuesto no superase los 121 millones de dólares (107,20 millones de euros), un requisito que al final fue determinante para elegir al diseñador. Muchos de ellos se echaron para atrás al no poder cumplir con este objetivo y renunciaron a su participación en el proyecto.
En el edifico también habrá apartamentos con una, dos o tres habitaciones, desde donde los inquilinos podrán disfrutar de unas vistas exclusivas de Nueva York. La mayoría de los pisos estará orientada hacia el sur. Más allá de los cada vez más habituales paneles de la central solar, el nuevo campus de la Universidad de Cornell contará con un sistema geotérmico que aprovechará el calor generado por la propia Tierra para reducir el consumo de gas natural del edificio. Se espera que, cuando el edifico esté en funcionamiento, el consumo de energía del campus se reduzca en un 60 %.
Además del límite presupuestario, uno de los grandes retos a los que se han tenido que enfrentar los responsables del diseño del edificio ha sido el impredecible clima de Nueva York, donde los cambios extremos de temperatura son bastante habituales. Para hacer frente a esas oscilaciones térmicas se ha creado un gran termo con el que se podrá mantener una temperatura agradable dentro del edificio independientemente de las condiciones climatológicas del exterior. Si el proyecto es un éxito habrá que ver si otras universidades u organismos lo imitan.