El conocimiento acerca del potencial que tiene una central solar es cada vez mayor, así como los usos de las plantas solares y los beneficios de la energía fotovoltaica.
Pero hay aspectos que resultan más cercanos y cotidianos al ciudadano como por ejemplo, cómo una botella de agua puede acabar transformada en una camiseta. O una lata de refresco puede culminar sus días convertida en una llanta. Todo ello, gracias al reciclaje.
El proceso de reciclaje
El proceso de reciclaje comienza en los domicilios particulares. Es importante depositar los residuos en los diferentes contenedores, según se trate de papel o cartón (azul), envases (amarillo), vidrio (verde) o material orgánico (marrón).
De esta forma, se facilita la fase de recuperación que llevan a cabo empresas de reciclaje públicas o privadas. Se trata de recolectar los residuos y trasladarlos a las plantas de clasificación.
En las plantas de clasificación se separan los residuos y se clasifican según sean aprovechables o no y según se valore su estado. Finalmente, llegan al reciclador final, donde los residuos, efectivamente, pasan a ser reciclados.
Algunos residuos se usan para generar energías renovables como biogás o para cementeras. Otros, sin utilidad, terminan almacenados en el vertedero.
De este modo, según la cantidad y calidad de los envases, se destinarán a generar materia prima, ya sea para reutilizarse en la elaboración de nuevos envases o para dar lugar a otros materiales o elementos. Así pues, una buena forma de contribuir a la sostenibilidad es comprando productos reciclados.
El reciclaje contribuye a la sostenibilidad ambiental y a un ahorro económico muy considerable. Tampoco hay que olvidar que la acumulación de residuos es un gran problema que en la actualidad tiene saturados los vertederos.
Gracias al reciclaje, la cantidad de residuos que terminan ocupando espacio en los vertederos es mucho menor.