El coste de la energía eléctrica es, cada vez, mayor y reducirlo es una necesidad, en cualquier vivienda. Además, si el origen de esa energía eléctrica no es la energía fotovoltaica captada en las plantas solares; en su producción, se emitirán grandes cantidades de CO2. La medida más inmediata es usar menos electricidad, pero de lo que se trata es de usarla eficientemente.
La reducción del consumo y el mejor aprovechamiento de lo que sí se usa redunda positivamente en la factura y el medio ambiente. Para controlar el consumo eléctrico, se pueden usar novedosos aparatos tecnológicos en el hogar y a la vez ahorrar energía.
Con un monitor de electricidad, se puede controlar y gestionar íntegramente cómo y cuánto se consume. En su mayor parte, se trata de iluminación, electrodomésticos y climatización. Para esta última una opción es muy interesante el Nest, un termostato inteligente que no sólo detecta cuándo hay alguien en la casa, sino que también aprende las preferencias de los habitantes y controla la temperatura, en consecuencia.
Poder detectar la presencia de personas es crucial para ahorrar. Por ejemplo, con el detector PIR se pueden apagar electrodomésticos y luces, cuando no hay nadie. Es un tipo de control que también se puede hacer a distancia desde un smartphone, con la aplicación WeMo y los enchufes WeMo Switch. El Tricklestar apaga automáticamente los aparatos en stand by y, con los enchufes Modlet, se controla el consumo y se puede programar el apagado y encendido de los dispositivos que se le conecten.
Existen otras formas de aprovechar la energía. Hay cargadores que incorporan paneles solares, lo que permite cargar un móvil usando la energía solar. Caminando, las plantillas Solepower guardan energía cinética que puede usarse para cargar dispositivos. Las sorprendentes lámparas hidroeléctricas se conectan a las tuberías y aprovechan el movimiento del agua para generar luz.