Con ingeniería basada en plantas solares, el primer avión impulsado por energía fotovoltaica despegó, el pasado marzo, de Abu Dhabi. Inició un viaje de cinco meses de duración, durante el cual tiene previsto dar la vuelta al mundo. Un recorrido aproximado de 35.000 kilómetros, repartidos en 25 días de vuelo. El Solar Impulse será el primer avión en demostrar que es posible viajar por el aire a una velocidad de entre 50 y 100 kilómetros hora, sin usar combustible.
El Solar Impulse mide 72 metros, de ala a ala, y pesa en torno a los 2.300 kilogramos (más o menos, como un coche). Cuenta con cuatro motores eléctricos, los cuales tienen más de 17.000 células solares que recubren las alas del aparato y recargan un equipo de baterías de litio durante el día, de manera que aseguran el funcionamiento durante los periodos nocturnos o de poca luz. Con este prototipo, se pretende alentar a posibles inversores para el desarrollo de modelos que no dependan de los combustibles fósiles y favorecer el uso de energía limpia, económica y respetuosa con el medio ambiente.
Los vuelos experimentales realizados durante la fase de pruebas fueron un éxito, aunque, antes de comenzar la vuelta al mundo, fue sometido a algunas mejoras que afectaron al control del balanceo de las hélices. Se consiguió adaptarlas al flujo de aire, lo que redujo las vibraciones durante el vuelo.
En estos momentos, la aeronave se encuentra en Hawai tras batir el récord de tiempo en vuelo, con un total de 120 horas seguidas, desde que despegara en Japón. El objetivo de la misión, que llevan a cabo Bertrand Piccard y André Borschberg, que se turnan como pilotos, es acercar la tecnología de la central solar a un futuro lleno de posibilidades, y apoyar las energías renovables como una alternativa eficiente para un futuro sostenible.