La autosuficiencia es uno de los principales objetivos de muchas actuaciones basadas en el empleo de energías renovables. Desde hace años, algunas comunidades han puesto todo su empeño en romper su dependencia de combustibles fósiles y fuentes de energías no alternativas y se han dirigido hacia modelos más respetuosos con el medio ambiente. En España, la amplia red de ecoaldeas (de la cual, tal vez, la localidad navarra de Lakabe sea el ejemplo más conocido) supone un importante avance, pero existen otros lugares, de mayor tamaño, que demuestran los grandes pasos que se están logrando en vías de la sostenibilidad total.
La isla de El Hierro, por ejemplo, es, desde 2014, la primera isla autosuficiente del mundo, gracias al empleo de energías renovables. El secreto de este logro es la aplicación de un sistema mixto, hidroeléctrico y eólico, que abastece a todo el territorio. Otra isla autosuficiente es Samso, en Dinamarca, cuyos 4.000 habitantes utilizan la energía creada por 11 aerogeneradores, paneles solares y centrales de biomasa. En Nueva Zelanda, es destacable el caso del archipiélago Tokelau, que emplea energía solar para generar el 100% de la electricidad que necesitan para vivir sus más de 1.500 habitantes.
Escocia cuenta con un caso paradigmático en la ecoaldea de Findhorn, uno de los poblados más antiguos de autosuficiencia ambiental. Aquí viven unas 200 familias, que emplean aerogeneradores, biomasa y energía solar para surtirse de energía. Además, la comunidad se autoabastece alimentariamente, utiliza tratamientos biológicos de aguas residuales y cuenta con su propio banco y moneda.
Un proyecto interesante cuyo funcionamiento total se prevé para 2020 es Masdar City, en Emiratos Árabes Unidos. Se espera de ella que sea la primera ciudad autosuficiente del mundo, gracias a enormes paneles que aprovecharán el sol del desierto y una red de vehículos públicos totalmente eléctricos.
Queda claro que la autosuficiencia es posible, a muchos niveles.