Uno de los principales problemas que se plantean a la hora de desarrollar un proyecto de ingeniería de plantas solares es la cantidad de espacio que se requiere para que estas sean productivas. Ante esta dificultad, un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha trabajado, junto a la universidad alemana RWTH de Aachen, en la búsqueda de un nuevo concepto de central solar más eficiente.
Una vez más, la tecnología imita a la naturaleza y acoge a uno de sus elementos como fuente de inspiración: los girasoles. Este colectivo de investigadores ha adaptado la disposición en espiral de la cabeza de un girasol al diseño de un nuevo sistema de energía fotovoltaica. De este modo, los diferentes espejos que absorben la energía solar han sido dispuestos como el capítulo floral de esta planta que gira siguiendo al sol. Cada panel es colocado a un ángulo de 137 grados respecto a sus paneles vecinos (patrón matemático reconocido internacionalmente como la espiral de Fermat).
El ser humano vuelve a emular a la naturaleza para enfrentarse a un problema que ésta ya había resuelto. Lo innovador de este descubrimiento es que se reducen al máximo los espacios de sombra. Por otro lado, este mecanismo promete reducir la cantidad de terreno necesario en el desarrollo y levantamiento de plantas solares.
Los investigadores del MIT aseguran que podría reducirse en un 16% el espacio requerido en la concentración de plantas solares de diseño y distribución tradicional. Además de la evidente disminución del impacto medioambiental, esta reducción de terreno necesario conllevaría a su vez una reducción de los costes. Dicha cuestión aumentaría las posibilidades de inversión en estos modelos de energías limpias. En la actualidad el ser humano se encuentra ante un sistema productivo globalizado que requiere de nuevas tecnologías que aprovechen los recursos medioambientales de una forma sostenida.