Como efecto de la crisis inmobiliaria y las nuevas tendencias de consumo responsable, la arquitectura sostenible ha ido poco a poco saliendo de la marginalidad en la que se aposentaba para pasar a mover la batuta hacia un nuevo paradigma basado en modelos respetuosos.
La ingeniería al servicio de la arquitectura marca la línea de un futuro en el que la instalación de plantas solares y otros sistemas más revolucionarios. En realidad, el concepto no es nuevo. Estos modelos arquitectónicos tienen su reflejo en la llamada “arquitectura orgánica”, bautizada así por Frank Lloyd Wright y que tiene como premisa la integración de las edificaciones en la naturaleza, tratando de buscar la máxima armonía posible entre el hombre y su entorno.
Estos modelos, popularizados durante los años treinta y cuarenta del siglo XX, podrían ser la base de las ideas que se desarrollarán en un futuro cercano. Edificios giratorios conforme al sol, que tratan así de aprovechar al máximo la energía fotovoltaica; jardines verticales adosados a las fachadas que absorberán emisiones de CO2; generalización de viejos materiales, como la madera o el ladrillo; decoración de interiores y amueblamiento, aprovechando las ventajas de impresoras 3D o; incluso, estructuras hinchables pensadas para acoger eventos puntuales.
Los nuevos estándares serán verdes y sostenibles y los edificios estarán pensados para reducir su propia huella ecológica; la energía podrá obtenerse mediante la instalación de una central solar y el planteamiento de las estructuras llevará incluso a calcular las corrientes de aire correctas para poder optimizar al máximo la temperatura.
La arquitectura del futuro ya se ha empezado a diseñar hoy. Realmente lleva construyéndose muchos años, pero las circunstancias actuales juegan a su favor y los modelos arquitectónicos sostenibles parecen estar destinados a consolidarse definitivamente en un futuro más bien cercano.