El Sol es la estrella que provee a la sociedad de energía que puede usarse mediante una central solar, plantas solares o ingeniería de la energía fotovoltaica. Gracias a su existencia es posible la vida en la Tierra y, además, tiene otras características muy curiosas. En el universo todo se mueve y el Sol no es excepción: orbita alrededor de la Vía Láctea y se lleva consigo el resto del Sistema Solar. Por ese mismo fenómeno también es responsable del movimiento de las mareas, pues por su tamaño ejerce la mayor fuerza gravitatoria sobre la Tierra y la Luna. Además rota sobre sí mismo de forma diferencial.
Compuesto por capas ardientes y radioactivas
Tiene diferentes capas: desde el núcleo central, que es la parte más caliente (más de 15 millones de ºC) y afuera puede encontrarse una capa radioactiva; luego la llamada zona de convección; hasta la más externa o fotosfera que es la más fría (unos 5.700 ºC) y su composición es de un 74% de hidrógeno, un 24% de helio y un 2% de otros elementos, como el oxígeno, el níquel o el hierro.
Su tamaño es relativo
Comparado con otras estrellas, como Betelgeuse o Antares, es un ínfimo grano de arena, pero en el Sistema Solar es el rey, ya que él solo representa un 99,8% de la masa total. Es la estrella más cercana a la Tierra y se calienta un 10%, por tanto aumenta su brillo, cada 10.000 millones de años.
Un dios
Gracias a su singularidad, continuidad y movimientos predictivos, ha sido considerado una deidad mayor y fue adorado con diferentes nombres. Para los griegos era Helios; para los egipcios, Ra; para los aztecas, Huitzilopochtli; para los romanos, Júpiter; para los incas, Inti, etc. No está demostrado que tenga propiedades divinas, pero de lo que no hay duda es que es una fuente de energía indispensable para la sociedad.