Los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes, y enfrentarse a este calentamiento global es uno de los principales retos que se le plantean a nuestra sociedad de cara al futuro. De ahí el auge, en los últimos años, de las plantas solares, la energía fotovoltaica y la central solar. La ingeniería trabaja para dar respuesta a la necesidad de una energía verde, menos costosa, cuya obtención no merme los recursos del planeta y cuyo uso no suponga una agresión para el medio ambiente.
Así, se asiste a la proliferación de diversos sistemas de aislamiento térmico. En los últimos años se han desarrollado nuevos materiales que, colocados en techos, tabiques y muros, evitan que en invierno se escape el calor al exterior y en verano entre en casa. Una vivienda bien aislada con estos sistemas representa un importante ahorro energético, porque necesita menos calefacción y aire acondicionado.
Igualmente, existen ya vidrios absorbentes para las ventanas capaces de retener la mayor cantidad de calor de la radiación solar. Estos son especialmente adecuados para climas fríos, ya que calientan la estancia de manera natural y a mucho menor coste.
La radiación solar, generadora de la energía fotovoltaica, es, de hecho, una de las opciones más limpias y asequibles. Cualquier edificio puede disponer ya de placas solares, y asegurar su autosuficiencia energética de una manera, además, totalmente respetuosa con el medio ambiente.
La ingeniería orientada a la protección del medio ambiente forma ya parte de la cotidianeidad, y se manifiesta también en fuentes luminosas de uso común como las lámparas LED -mucho más eficientes que las viejas lámparas de incandescencia, que solo transformaban un 10 % de la energía que consumían en luz- o los fluorescentes.
Son avances todos ellos que se encaminan a un mismo fin: el ahorro. Tecnología pensada para el bienestar, presente y futuro.