Cada vez más casas y oficinas están equipadas con sistemas de ingeniería domótica. Y no es de extrañar, puesto que el uso de estos aparatos, de coste elevado en la instalación, se rentabiliza en un corto periodo de tiempo. En el mercado pueden encontrarse desde reguladores de calefacción a sistemas de control de uso de agua, electricidad y gas, que, según el IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético) permiten ahorrar hasta un 50% del consumo de luz en los hogares. Un ahorro que incluso podría ser superior con la instalación de plantas solares en los edificios que proporcionen energía fotovoltaica.
Entre los objetivos principales de la instalación de sistemas domóticos, destacan la mejora de la calidad de vida de las personas que habitan los edificios que cuentan con estas tecnologías, pero también el cuidado del medio ambiente y de la economía familiar.
Las casas y edificios están poco a poco adecuándose al uso de la domótica. Ya no es extraño ver sistemas de climatización que arrancan a unas horas determinadas para calentar o refrescar las dependencias, o persianas que suben o bajan de manera autónoma según sea la incidencia de los rayos de sol y la temperatura que haya en las diversas habitaciones.
Hay que tener presentes las grandes posibilidades que la domótica ofrece respecto a la seguridad, como el control remoto de las cámaras o el cierre automático de puertas y también del aumento del confort para los habitantes de las casas, como sistemas audiovisuales que se adaptan a lo que se quiera ver u ollas programables que tienen la comida lista a la hora que se indique.
Al igual que poco a poco se fue adaptando la obtención de la energía eléctrica desde una central solar, no será difícil encontrarse con edificios “inteligentes” basados en la domótica en los próximos años.